El café del desayuno, el de la comida y la merienda, el café que te mantiene despierto en las noches de estudio o de trabajo, el café que nunca te falla para superar las noches de insomnio y el café que bebes simplemente para disfrutar de su delicioso sabor y aroma. Todas y cada una de esas tazas han llegado a tus manos gracias al trabajo de millones de caficultores que trabajan para ello, de hecho se trata de la materia prima de exportación más importante del mundo tras el petróleo. Le damos menos importanci de la que tiene y es por esto mismo que no valoramos el trabajo de los caficultores como deberíamos. En la sociedad de consumo en la que vivimos, todo lo queremos “aquí y ahora”, barato y asequible. No importa el cómo, ni las condiciones, poca personas se paran a pensar: ¿Qué esconde mi taza de café?
La mayoría de tazas de café que consumimos esconden unas precarias condiciones laborales, explotación infantil, hambre, pobreza y machismo. Hoy en día nuestra decisión de compra es más valiosa que nuestro voto político, ¿queremos un verdadero cambio? Actuemos en consecuencia a nuestros pensamientos y empecemos a cambiar por nosotros mismos, como nuestra forma de consumir. Por muy utópico que suene no queda nada lejos de la realidad, pues el Comercio Justo lucha en contra de la explotación de personas.
Pero… ¿qué es esto del Comercio Justo? Se trata de una alternativa al consumo al habitual, es un comercio solidario y responsable tanto con las personas como con el medio ambiente. Asegura a los pequeños productores y trabajadores de países en vías de desarrollo un salario justo y unas dignas condiciones de trabajo. A esto realmente aspiramos mismamente nosotros, a nadie le gusta que le paguen una miseria. Es difícil creer que muchos productores de países del Sur llegan a perder dinero con sus cosechas, les sale “más rentable” no cosechar. El Comercio Justo resulta ser una gran solución a esta barbarie pues les protege de las fluctuaciones del mercado, ofreciéndoles un precio mínimo por sus cosechas, para que nunca pierdan dinero; sino que ganen. Para que un producto sea de Comercio Justo no solo debe cumplir que se aseguren salarios y condiciones dignas de trabajo, sino que no exista explotación infantil, asegurar la igualdad entre hombres y mujeres, respetar el medio ambiente, promover relaciones comerciales estables y duraderas, prefinanciación para los productores y productos de calidad. Además de un salario digno se les da a los productores un dinero extra que ellos mismos gestionan de forma organizativa y democrática y lo dedican exclusivamente para la comunidad como puede ser la construcción de colegios, hospitales, pozos…
Tristemente los caficultores no se enfrentan sólo a las amenazas del mercado convencional, sino que además son los que más están sufriendo los efectos del cambio climático, a pesar de ser nosotros quienes los estemos provocando.
El problema que tienen los pequeños productores de Latinoamérica es el hongo de la roya, pues enferma a los cafetos, esto se debe a los efectos del cambio climático como son: el aumento de las precipitaciones, de la humedad y de las altas temperaturas. Este hongo ataca a las hojas de los cafetos causando la caída de las mismas y dejan a la planta improductiva. La mayoría de cafetos mueren, los que sobreviven están gravemente afectados por lo que la productividad y la calidad han caído drásticamente. La solución, que es más sencilla de lo que creemos, es cambiar nuestra forma de consumir, pues con ella decidimos cómo queremos que sea el mundo en el que vivimos. Cada decisión que tomamos en nuestras vidas tiene sus consecuencias, incluso si se trata del café que tomas todas las mañanas. El Comercio Justo es pagar a los productores lo justo, lo que se merecen por lo que se puede considerar una de las mejores formas de erradicar la pobreza y las diferencias entre los países del norte y del sur. Si queremos que el mundo cambie, tenemos que empezar por nosotros y qué mejor manera que consumiendo productos que hacen un bien a quien los produce, al planeta y a nosotros mismos.
Artículo escrito por Laura Perona Sánchez • Responsable de Comunicación en Fairtrade Ibérica •
Diseñadora Gráfica Freelance • www.laurapsdesign.com
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles