¿Por qué está arrasando “El Juego del Calamar”?

El Juego del Calamar” es el nombre del último fenómeno televisivo de Netflix. De hecho se acaba de coronar como la serie de más éxito en la historia de la plataforma americana. Si no la has visto aún, se trata de una serie surcoreana cuya trama gira en torno a un concurso basado en unos juegos infantiles en los que los participantes eliminados son asesinados. ¿Pero qué tiene esta trama tan violenta para haber cautivado a millones de personas de todo el mundo?

El juego del calamar

“El Juego del Calamar”, el retrato de una sociedad de ganadores y perdedores

La serie es una crítica mordaz a la sociedad surcoreana actual, una sociedad donde la desigualdad está azotando a millones de personas. La oscarizada “Parásitos” ya profundizó en este tema a través de su brillante sátira social. En “El Juego del Calamar”, un grupo de personas son seleccionadas para participar en un misterioso concurso. Todas tienen un rasgo en común: están asfixiadas por sus deudas y sus vidas se debaten entre la angustia y la desesperación. El premio del concurso, 46,5 billones de wones surcoreanos (unos 35 millones de euros), es su gran oportunidad para abandonar la pobreza.

El juego del calamar

¿Pero qué está pasando realmente hoy en Corea del Sur? ¿La serie refleja de verdad una realidad o es pura ficción? En Corea del Sur, pese a ser una de las diez economías más importantes del mundo por volumen de PIB, la deuda de los hogares ha crecido notablemente en los últimos años. El 20% de la población surcoreana tiene un patrimonio neto 166 veces mayor que el del 20% más desfavorecido, una desigualdad que se ha acentuado desde 2017. Los tipos de interés han subido, los precios de las viviendas se han disparado, el desempleo juvenil está en una tasa récord y la pandemia ha contribuido a agravar aún más la situación. La crisis ha provocado que hayan proliferado los prestamistas que ofrecen créditos de alto riesgo a un coste desproporcionado. Estos hechos han abocado a las personas que carecen de recursos a una situación aún más precaria a la hora de afrontar gastos imprevistos, como un despido o una enfermedad. De hecho, y este dato es muy significativo, la imposibilidad de pagar las deudas se ha convertido en la principal causa de suicidio en Corea del Sur. Son datos que dibujan una sociedad marcada por una profunda brecha social entre ricos y pobres. Y en este contexto hay que analizar el éxito de “El Juego del Calamar”.

El juego del calamar

“El Juego del Calamar”, una serie surcoreana que triunfa en todo el mundo

Es evidente que esta situación no es exclusiva de Corea del Sur y que son muchos los países que en la actualidad presentan una situación económica alarmante. De ahí que muchas personas de todo el mundo se hayan sentido identificadas con la situación que viven los desdichados protagonistas de “El Juego del Calamar”.

Los personajes, angustiados por su situación económica desesperada, son una cara de la sociedad. Son hombres y mujeres que han fracasado por debilidad, falta de oportunidades, discriminación o sencillamente por mala suerte. La otra cara de la moneda, mucho más reducida, está formada por personas que han alcanzado la cúspide de la pirámide social, saborean el éxito y se bañan en la abundancia. (AVISO DE SPOILER) Esa desigualdad se caricaturiza en la serie con la llegada de los VIP, un grupo de multimillonarios enmascarados y sin escrúpulos que desean presenciar en directo el perverso concurso. Curiosamente todos resultan ser extranjeros, ninguno parece asiático.

El juego del calamar

Tras los sádicos juegos y la violencia desmedida se esconde una feroz crítica al sistema surcoreano, donde ni el catolicismo se libra. Los personajes de “El Juego del Calamar” representan a numerosos colectivos sociales de la actual Corea del Sur: un inmigrante paquistaní, un anciano enfermo de cáncer, un desempleado hundido en deudas, un fanático de la religión católica o un empresario arruinado. Todos intentan sobrevivir a las exigencias del capitalismo coreano y todos han fracasado en su intento de superar el drama de la pobreza.