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Cuando las empresas se dirigen desde el corazón

Durante el siglo XIX muchas personas se organizaron -en algunos casos, aún a riesgo de perder sus vidas- para luchar contra la esclavitud o para reivindicar el derecho al voto de las mujeres. En 1840 un grupo de abolicionistas estadounidenses fundaron la primera organización reconocida como internacional, la Convención Mundial Anti-Esclavitud. En 1855 un grupo de londinenses, liderados por un filántropo llamado George Williams, fundaron la Young Men’s Christian Association (YMCA) con un objetivo: el desarrollo integral de los jóvenes desde los ideales cristianos. En la actualidad YMCA cuenta con 120 organizaciones nacionales en todo el mundo. Ocho años después, en 1863, al término de una batalla entre el ejército austríaco y los ejércitos francés y piamontés, un empresario suizo llamado Henri Dunant fundó el Comité Internacional de la Cruz Roja, al sentirse profundamente conmovido tras participar en las labores de socorro a los heridos. En aquel conflicto, fechado en 1859 y en el que murieron más de 40.000 personas, Henri Dunant observó que los servicios sanitarios militares eran casi inexistentes y consideró que era necesario crear una red de asistencia sanitaria, formada por voluntarios, cuyo fin fuera cuidar de los heridos en tiempo de guerra. A principios del siglo XX, en 1904, un grupo de mujeres lideradas por Carrie Chapman Catt y Millicent Fawcett fundaron en Berlín la Alianza Internacional de Mujeres para exigir el voto femenino.

Recién terminada la II Guerra Mundial, en 1945, la Carta de las Naciones Unidas reconoció formalmente la existencia de las Organizaciones No Gubernamentales, y a lo largo de los años siguientes, con la consolidación de un nuevo orden mundial y en medio de la Guerra Fría entre las dos superpotencias incipientes -Estados Unidos y la Unión Soviética- empezaron a aparecer por todo el mundo numerosas organizaciones independientes cuyos objetivos eran tan diversos como luchar contra la energía nuclear, ayudar a los heridos en conflictos bélicos o defender los derechos humanos.

Durante los primeros años de la posguerra, la mayoría de los países se concentraron en la reconstrucción de sus maltrechas economías, intentando garantizar a sus ciudadanos empleos dignos, viviendas asequibles, educación gratuita y una atención sanitaria básica. Sin embargo, a finales de los setenta, con la entrada en escena de las políticas neoliberales, lideradas por Ronald Reagan en Estados Unidos y por Margaret Tatcher en el Reino Unido, las prioridades de los gobiernos cambiaron y las instituciones públicas empezaron a desatender a sus ciudadanos más desfavorecidos: desempleados, inmigrantes, ancianos, jóvenes sin recursos o discapacitados. Esta desatención, muy alejada de las políticas sociales que construyeron las sociedades del bienestar después de la II Guerra Mundial, fue provocando gradualmente una enorme desigualdad que dejó desatendidas a grandes bolsas de población, que se vieron empujadas a vivir en condiciones muy desfavorables.

Al mismo tiempo, los medios de comunicación nos acercaban a diario la terrible situación de muchos países del tercer mundo, donde millones de personas sufrían hambruna o sed, o nos adentraban en la realidad de los países que vivían bajo el horror de un conflicto bélico, donde muchas personas intentaban sobrevivir, mientras otras se arriesgaban a huir de sus países en busca de un futuro.

El vacío que dejaban las instituciones públicas nacionales e internacionales fue siendo ocupado progresivamente por organizaciones privadas y religiosas, fundadas por personas idealistas que luchaban por un mundo mejor. En los casos más extremos, los más comprometidos renunciaban a una vida plácida en un Occidente acomodado para desplazarse miles de kilómetros a países subdesarrollados de África, Asia o América Latina, con el propósito de ayudar a las personas más necesitadas.

Así fueron naciendo a lo largo del siglo XX, especialmente en su segunda mitad, ONGs tan reputadas hoy como Plan International, UNICEF, Greenpeace, Amnistía International o Save the Children; pero también miles y miles de pequeñas ONGs, promovidas por grupos de personas concienciadas que aportaban su pequeño grano de arena para la construcción de un mundo más justo.

Áreas de actuación de las ONGs

En la actualidad existen más de 10 millones de ONGs dispersas por todo el mundo y sus actividades son muy variadas. Las áreas de trabajo que desarrollan abarcan numerosos campos y algunas incluso integran varias líneas de trabajo. Los principales campos de actuación que cubren las ONGs son los siguientes:

  • Apadrinamiento: Ayuda en acción, Children of Peace, Global Humanitaria
  • Apoyo a colectivos LGTB: Apoyo positivo, Fundación Triángulo,
  • Asistencia a enfermos de SIDA: Stop SIDA, CESIDA
  • Atención a enfermos: ANESVAD, Asociación Española contra el Cáncer (AECC), Farmamundi
  • Ayuda humanitaria: Cruz Roja, Médicos del Mundo
  • Comercio Justo: Intermon Oxfam, SETEM, Fairtrade International
  • Defensa derechos humanos: Amnistía Internacional, Human Rights Watch
  • Defensa y protección animales: WWF, Igualdad Animal, PETA, El Hogar ProVegan
  • Discapacitados: AFANIAS, Fundación Dalma,
  • Drogodependencia: Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD)
  • Infancia y juventud: Aldeas Infantiles, UNICEF, Save the Children, Plan International, Educo
  • Lucha contra la pobreza: Manos Unidas, Cáritas, RAIS Fundación, Fundación Tomillo
  • Medio ambiente: Greenpeace, Amigos de la Tierra, Ecologistas en acción
  • Mujer: Stop Maltrato, Fundación Ana Bella, MUM
  • Refugiados e inmigrantes: ACNUR, ACCEM, Red ACOGE, CEAR
  • Tercera Edad: Amigos de los mayores

Greenpeace | Desde 1971 • nº de socios: 7.000.000 • Nº de países: 70

Misión: atraer la atención pública hacia los problemas globales del medio ambiente e impulsar las soluciones necesarias para tener un futuro verde y en paz.

Objetivos:

– Proteger la biodiversidad en todas sus formas.
– Prevenir la contaminación y el abuso de los océanos, las tierras, el aire y el agua  dulce.
– Terminar con todas las amenazas nucleares.
– Promover la paz, el desarme mundial y la no violencia.

Amnistía Internacional | Desde 1962 • Nº de socios: 3.000.000 • Nº de países: 150

Misión: realizar labores de investigación y acción para impedir y poner fin a los abusos contra los derechos a la integridad física y mental, trabajo de promoción de todos los derechos humanos”.

Objetivos:

– Defender los derechos humanos
– Realizar labores de acción, educación, promoción e investigación
– Denunciar las injusticias
– Luchar contra la pena de muerte

WWF (World Wildlife Fund) | Desde 1961 • Nº de socios: 5.000.000 • Nº de países: 100

Misión: detener la degradación ambiental de la Tierra y construir un futuro en el que el ser humano viva en armonía con la naturaleza

Objetivos:

– Conservar la diversidad biológica mundial
– Asegurar que el uso de los recursos naturales renovables sea sostenible
– Promover la reducción de la contaminación y el consumo desmedido

Cruz Roja | Desde 1864 • Nº de voluntarios: 20.000.000 • Nº de países: 186

Misión: proteger la vida y la dignidad de las víctimas de los conflictos armados y de otras situaciones de violencia, así como de prestarles asistencia.

Objetivos:

– Responder a las emergencias
– Ayudar a las víctimas de desastres
– Promover y fortalecer el derecho y los principios humanitarios universales

Plan International | Desde 1937 • Nº de voluntarios: 60.000 • Nº de países: 70

Misión: lograr mejoras duraderas en la calidad de vida de los niños y niñas que viven en condiciones de pobreza en países en vías de desarrollo, a través de un proceso que conecta a personas de distintas culturas y agrega valor y significado a sus vidas

Objetivos: 

– Apoyar los niños y niñas y sus familias
– Ofrecer asistencia material y financiera a los niños y niñas en los países subdesarrollados
– Realizar una importante labor de divulgación y concienciación de la opinión pública en cuanto a la necesidad del desarrollo de sus fines

Unicef | Desde 1946 • Nº de países: 192

Misión: lograr que los derechos de la infancia se conviertan en principios éticos perdurables y en normas de conducta internacionales siendo considerados parte integrante del progreso de la humanidad

Objetivos:

– Garantizar la supervivencia infantil
– Fomentar la educación
– Proteger frente al abuso y la explotación
– Abordar el problema del SIDA en los niños

Acnur | Desde 1950 • Nº de países: 123

Misión: dirigir y coordinar la acción internacional para proteger y resolver los problemas de las personas refugiadas y apátridas en todo el mundo

Objetivos:

– Salvaguardar los derechos y el bienestar de las personas refugiadas y apátridas
– Garantizar que todas las personas puedan ejercer su derecho a buscar asilo y a encontrar protección en otro Estado
– Identificar soluciones duraderas para los refugiados, tales como la repatriación voluntaria en condiciones dignas y seguras, la integración local o el reasentamiento a un tercer país

Médicos sin fronteras | Desde 1950 • Nº de socios: 5.000.000 • Nº de países: 67

Misión: preservar la vida y aliviar el sufrimiento dentro del respeto a la dignidad, con la voluntad de restablecer al ser humano su capacidad de elección y autonomía.

Objetivos:

– Socorrer a las víctimas de la violencia y el desplazamiento.
– Atenuar el sufrimiento de las poblaciones cuya integridad se ve violada o amenazada
– Mejorar la situación de poblaciones afectadas por políticas o prácticas que ponen su vida en peligro

Save the Children | Desde 1919 • Nº de países: 120

Misión: impulsar avances en la forma en que el mundo trata a los niños y niñas, con el fin de generar cambios inmediatos y duraderos en sus vidas.

Objetivos:

– Asegurar para los niños su derecho a una salud adecuada, a una educación de calidad y a la protección frente a cualquier forma de violencia
– Ayudar a los niños a sobrevivir y a estar protegidos cuando golpea un desastre, cuando les amenazan las balas de un conflicto o cuando se exponen a los efectos de cualquier crisis humanitaria
– Prevenir y tratar las causas que provocan la muerte de niños antes de cumplir los 5 años de vida: Enfermedad, desnutrición y mortalidad de las madres.

Intermón Oxfam | Desde 1956 • Nº de países: 47

Misión: Luchar con y para las poblaciones desfavorecidas y como parte de un amplio movimiento global, con el objetivo de erradicar la injusticia y la pobreza, y para lograr que todos los seres humanos puedan ejercer plenamente sus derechos y disfrutar de una vida digna

Objetivos:

– Trabajar en proyectos de desarrollo, acción humanitaria, comercio justo y movilización social
– Trabajar en la prevención, la ayuda y la reconstrucción, y hacer una labor de denuncia e incidencia política
– Fomentar el comercio justo para mejorar el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos y cambiar las injustas reglas del comercio internacional, que consolidan la pobreza y la desigualdad mundial

Jesús Vázquez  Publicitario congracorriente, fundador de Materiagris, agencia especializada en ONGs y empresas responsables  • www.materiagris.es
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles

Las rubias de Hitchcock

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Grace Kelly y Cary Grant, “Atrapa a un Ladrón”, 1955.

Es de todos conocido que el mago del suspense fue uno de los más consagrados erotómanos del cine clásico. En este sentido nunca le gustó ofrecer una imagen burda ni evidente del mismo, sino que optó por un erotismo distante,  refinado, misterioso como las historias que solía contar. El director británico recreó todas sus obsesiones y fetichismos, personificándolos en algunas de sus actrices favoritas, las célebres “rubias de Hitchcock”. Estas se vieron envueltas en historias escabrosas y masoquistas como en “Los pájaros” (1963), traumáticas como “Recuerda” (1945), “Atormentada” (1949) o “Marnie, la ladrona” (1964), o decididamente terroríficas como en uno de sus primeros títulos mudos “El enemigo de las rubias” (1927) y su remake americano “Frenesí”(1972), sin olvidar la famosa ducha de Janet Leigh en “Psicosis” (1960) su rubia más atrevida y carnal, con un destino inevitablemente fatal.

Aunque esta obsesión por las heroínas bellas, frías, continuamente amenazadas por si mismas y por el entorno ya está presente en la etapa inglesa, es en el periodo americano donde cobra un protagonismo absoluto. En Hollywood el director se encontró con la mayor cantera de actrices que el Star System de la época podía ofrecer, sacando un extraordinario partido de sus estrellas, cuando no creándolas él mismo a base de imponerlas en una serie de vehículos en los que materializar sus fantasías.

No podemos olvidar a la primera rubia destacable de su filmografía antes de la llegada a los estudios de California, la bellísima Madeleine Carroll de “39 escalones” (1935), una excelente trama de espías que la obliga a dormir esposada al protagonista Robert Donat en una de las habituales jugadas maestras de Hit a la censura, similar a la vivida por Eva Marie Saint (la rubia despierta y mordaz) y Cary Grant en “Con la muerte en los talones” (1959) donde a la escena en la que van a vivir su noche nupcial le sigue un plano del tren en el que viajan introduciéndose en un túnel, inevitable referencia al acto sexual que se esta desarrollando en el compartimento. Talento en estado puro…

Joan Fontaine fue la rubia asexual e insulsa, amenazada por la sombra demasiado larga de “Rebeca” (1940) la anterior esposa de Maximilian de Winter muerta en extrañas circunstancias, y víctima potencial de un esposo enigmático, un poco habitual Cary Grant del que nunca se llega a saber realmente si es un asesino o simplemente un encantador caradura que sirve vasos de leche con arsénico a su señora en “Sospecha” (1941) .

A Fontaine le siguió la fantástica Ingrid Bergman, la rubia apasionada de títulos como “Recuerda” (1945), una doctora experta en todo tipo de desajustes mentales que se enamora irremisiblemente de uno de sus pacientes con el rostro de Gregory Peck, “Encadenados” (1946) la ninfa con pasado dudoso que vive una relación de amor-odio con el celoso Cary Grant y está a punto de morir envenenada a manos de un marido nazi exiliado en Argentina, o la frágil protagonista de “Atormentada” (1949) otra esposa amenazada por un marido macabro y una criada cómplice de sus manejos.

Grace Kelly fue la rubia sofisticada a punto de ser asesinada por un esposo sin escrúpulos en “Crimen perfecto” (1954), la acompañante de un fotógrafo con tendencias de “voyeur”, dicotomía del propio Hitchcock, en “La ventana indiscreta” (1954) y la refinada heredera americana que regenera a Cary Grant de sus fechorías en “Atrapa a un ladrón” (1956), donde los excelentes primeros planos dando protagonismo a las miradas y besos entre los protagonistas caldean la acción en un chispeante juego de intriga y pasión.

“De entre los muertos” (Vértigo) (1958) convirtió a Kim Novack en mito erótico de la pantalla, una rubia misteriosa y distante que juega continuamente al engaño y el equívoco pagando un alto precio por ello. Una obra maestra cumbre e imprescindible en la filmografía del genio inglés.

Con Grace Kelly el cine de Hitchcock se vio tocado por un halo elegante y sofisticado, una frialdad a punto de derretirse que sirvió de manera singular a los propósitos del director. Ante la imposibilidad de contar con ella para sus proyectos futuros, dado que ésta ya se había convertido en princesa de Mónaco, Hit recreó su personalidad en la modelo Tippi Hedren, la rubia amenazada por miles de aves enardecidas en “Los pájaros” (1963) y la cleptómana de “Marnie, la ladrona” (1964), una seductora acomplejada por su frigidez producto de un macabro trauma de la infancia, rescatada de sí misma por el viril Sean Connery a punto de vestir el uniforme de James Bond y convertirse en el agente secreto más famoso de la historia del Cine.

En los años 70 el Cine cambió su narrativa, dando más importancia a las historias y el modo en que eran contadas que a sus intérpretes. Esto eclipsó gran parte de la magia y magnetismo de sus estrellas, que se convirtieron en personajes más comunes y accesibles. Sin embargo estas rubias Hitchcocknianas, muñecas al servicio de la imaginación desbordada y retorcida de uno de los talentos más grandes que ha dado el séptimo arte, permanecen fijas en la retina cinéfila. Un narrador único, creador delirante y sarcástico, ávido de superarse a si mismo en cada película, genio irrepetible que se divierte mostrando sus fantasmas al mundo a través de una gran ventana siempre indiscreta…

 

Artículo escrito por Daniel Portero Flores • MEDIAPOST GROUP • Responsable Nacional de Back Office
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles

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Competencias para la vida laboral

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Hoy en día no basta tener un título que nos faculte ejercer en una determinada profesión o materia, debemos además ser competentes en diferentes niveles para tener un desarrollo profesional y personal pertinente a los cambios y a la nueva aldea ‘glocal’.

Existe un vínculo relevante entre la formación de profesionales y las necesidades y exigencias de las empresas a la hora de contratar profesionales, así como también en  la sociedad debido al cambio continuo en que nos vemos involucrados, no sólo por la aceleración de manejar nuevas tecnologías, sino también por una tendencia que implica un cambio de paradigma en la ciencia, en las nuevas formas de integrar el conocimiento y  de aplicarlo en las nuevas necesidades de ámbitos como economía, política, ecología, salud, agricultura, alimentación, empleo, entre otros.

Para los que nos toca formar en la universidad, hemos de tener en cuenta la brecha que existe aún entre la teoría y la práctica. ¿Cuánto estamos aportando realmente en la formación para la vida laboral y personal? Según los resultados que hacen eco en la necesidad de mejora, hemos de replantearnos las estrategias que incorporen no sólo relaciones interdisciplinares, sino que atiendan a la contingencia de la cual somos parte, a la vez que responsables.

El tema de las competencias transversales, es un ámbito que en los distintos niveles de educación genera ciertas  resistencias y en algunos contextos educativos no se trabajan con mayor claridad. Es decir, cada docente hace lo que mejor puede. Pasando, por ejemplo, de centrarse en objetivos y contenidos de manera instruccional y con aprendizaje memorístico, a centrarse en un excesivo trabajo grupal desatendiendo el trabajo reflexivo e individual.

Hace un tiempo participé de una indagación de las competencias genéricas o transversales con motivo de un artículo en docencia universitaria y en el cual se hacía un pequeño análisis del Informe Tunnig Europeo y el Informe Tuning para Latinoamérica, esto significa, acuerdos entre países para fijar puntos de referencia, convergencia y comprensión mutua para ‘sintonizar’ las estructuras educativas e ‘identificar e intercambiar información y mejorar la colaboración entre las instituciones de educación superior para el desarrollo de la calidad, efectividad y transparencia’.

Se pueden apreciar algunas diferencias internas, no obstante, en ambos casos, se trabajan  tres ejes de competencias: Instrumental (referido a aquello que un individuo debe manejar), interpersonal (referido a las capacidades para trabajar con otros)  y sistémica (referido al sistema social). En tal sentido, encontramos la necesidad de formar en: Habilidades de comunicación, toma de decisiones, resolución de problemas, uso de tecnologías, creatividad, liderazgo, autonomía personal, capacidad de análisis, organización, pensamiento crítico, compromiso ético, reconocimiento de la diversidad cultural, trabajo en equipo, espíritu emprendedor, sensibilidad en temas ambientales, manejo de lenguas extranjeras, pensamiento crítico y complejo, entre otras.  Tomando como referencia  una universidad de España y una universidad de Chile, observamos que en ambos casos, según la definición de lo que deberían ser unas y otras había cierta confusión en la distribución de competencias, por ejemplo, en un caso, la automotivación se presentaba como competencia interpersonal (siendo claramente una habilidad del individuo consigo mismo) y otras que por su transversalidad pueden estar en unos y otros niveles.

Esta confusión puede ser relevante a la hora de planificar la formación inicial de los profesionales, como también la capacitación laboral posterior. Por ello, puede ser pertinente, un mapa de ruta. Proponemos uno que integre competencias según sean las necesidades de integrar mayores niveles de conciencia.

Las competencias para la vida según  los niveles de consciencia. Es un hecho que la realidad es compleja y nos aproximamos a ella  desde diferentes perspectivas disciplinares y personales con la finalidad de comprender mejor los fenómenos. Concordamos con Edgar Morin en este cambio de paradigma donde se plantea la complejidad como aquello que forma un tejido conjunto, lo cual viene a ser una red de conocimientos entrelazados que nos plantean nuevos desafíos  para superar las adversidades del presente.

Por ello, necesitamos ir paso a paso, desde que somos bebés, vamos evolucionando en consciencia. En el útero materno y hasta los dos meses aproximadamente, estamos unidos a la consciencia del todo, vamos luego reconociendo la otredad, participando con otros de manera colectiva, ampliando nuestra visión global, para llegar a planos de trascendencia. Se dice que como humanidad aún estamos en una etapa muy infantil, que aún somos altamente egoístas, no obstante, hay otros más optimistas que vemos más allá de la agenda setting de los medios, y cómo se va haciendo evidente, cada vez más, a decir del físico teórico David Bohm, este ‘holomovimiento’, donde nos importan cada vez más los otros, la solidaridad, la interculturalidad, la sostenibilidad y la ética como elemento clave para el desarrollo de una cultura en valores y de paz.

El triángulo básico de la vida puede explicarse, como plantea D’Ambrosio según la relación entre  individuo-sociedad-naturaleza. Además de innumerables autores que se interesan por los temas transversales y  transdisciplinares, en una investigación realizada para estudiar el fenómeno de la creatividad, validamos un modelo que aportaba un cuarto cuadrante, referido a la consciencia y la complejidad y el cual,  tiene diferentes aplicaciones. Una de ellas, es este campo de desarrollo personal y profesional, que son las competencias.

Este cuarto cuadrante no está en un nivel superior, sino que tiene sus implicaciones en los tres ejes competenciales (individual, interpersonal y sistémico). Representado en una imagen, sería un tetraedro.

Integrar este cuadrante implica tener en cuenta temas como la creatividad y la ética en cada uno de ellos. No se trata la creatividad reducida a una capacidad individual, sino también a nivel social y global. Implica incorporar temas de autoconocimiento, de sensibilidades, de integrar el conocimiento con enfoque transdisciplinar (que va más allá de lo instrumental y específico), de potenciar una consciencia personal y social en un contexto ético, sostenible, sustentable, donde se fomente la sensibilidad por temas medioambientales, por la calidad del trabajo, por la importancia de los temas transpersonales.

Cualquier tipo de institución no sólo debe atender a su nivel de rendimiento, sino a la calidad de vida para su comunidad. Por ello, ya existen empresas pioneras que cuentan con su ‘Gerente de la felicidad’,  con referencia al  Ministerio de la felicidad de Bután. No sólo hemos de tener nuestras necesidad básicas cubiertas, nuestro trabajo ha de ser también una fuente de satisfacción, y cualquiera que sea, podemos ofrecer nuestros talentos en servicio de una comunidad mayor. Ya lo ha dicho Matthieu Ricard, considerado el hombre más feliz del mundo, cuando mayor felicidad experimentamos, es cuando sentimos compasión hacia los demás.

Por tanto, una institución madura, (que no esté interesada sólo en sus propios beneficios) será aquella que se ocupe de formar, desarrollar y potenciar las competencias para la vida. Trabajar las competencias  con un adecuado Mapa de ruta centrado en la evolución de la consciencia, puede resultar de utilidad didáctica y un beneficio en que todos ganan. Gana el individuo, gana la institución, gana la sociedad y gana el entorno local y global.

 

Artículo escrito Jessica Cabrera Cuevas • Pedagoga y Doctora en Creatividad
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles

 

Humimesis

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Hay ideas que nos rondan por la cabeza durante un tiempo hasta que, tras haber conectado “puntos” previos, empezamos a ver unas posibles maneras de dar forma y sustancia a esos pensamientos. Esos “puntos”, ingredientes clave de la fase ideación, son el fruto de un proceso continuo de aprendizaje formal e informal, de revelaciones súbitas, charlas inesperadas y muchas lecturas sobre otras ideas y conceptos.

Parte de este proceso son los “descubrimientos accidentales”, que alguien poco atento, podría llegar a llamar erróneamente “fortuitos”. No lo son, puesto que suceden justamente sólo si estamos preparados para ellos. Hace unos años descubrí “fortuitamente”, que existía una disciplina que estudiaba cómo entender y extraer de la naturaleza los principios más importantes que rigen su funcionamiento para aplicarlos a los retos a los cuales nos enfrentamos como humanos y como empresas.

Me pareció increíble, y fascinado, empecé a ver vídeos y a leer mucho sobre ella. Empecé a usar la Biomimésis (así se llama, Biomimicry en inglés) en mis presentaciones y me ha servido como punto de partida para nuevas potenciales teorías que se me fueron ocurriendo. Biomimésis (o Biomimética) se compone de Bio (vida) y mimesis (imitar), una mezcla muy prometedora. Se trata de una disciplina que nos ayuda a estudiar y comprender mejor cómo los ecosistemas vivos se desarrollan, prosperan, luchan, cooperan, se protegen, se alimentan, etc. dentro de un cierto contexto ecológico.

El “cómo” lo hacen, es lo que nos interesa e intriga, sobre todo si pensamos a que este sistema complejo se basa en un equilibrio dinámico que sigue desde el origen de la vida en la tierra, hace 3.8 mil millones de años.

Más allá de tecnologías que copian la naturaleza (como por ejemplo el velcro, celdas fotovoltaicas, la forma de los trenes…), que quizás sea lo primero que se nos ocurra, podemos llegar a entender cómo organizarnos mejor, trabajar menos, responder a emergencias, contaminar menos, etc.

Copiar como las hormigas del fuego, en la selva Amazónica, se organizan para salvar juntas la colonia, en poco minutos, frente a las inundaciones estacionales, por citar un ejemplo, es simplemente asombroso.

Hablamos de un universo enorme y fascinante, del cual queda mucho por descubrir y que con la actual pérdida de biodiversidad provocada por nuestro modelo económico, está siendo amenazado y destruido a una velocidad vertiginosa. Alguien dijo un día, cada especie que desaparece, es una biblioteca que se pierde.

En ámbito profesional, este descubrimiento me ha ayudado no sólo en los contenidos de mis presentaciones cuando enseño Diseño Sostenible o Economía Circular, sino en mi proyecto de emprendimiento que se beneficia de un mayor entendimiento del ecosistema económico y laboral gracias a la bioinspiración como “mantra” y lente de observación.

La biomimesis, como ciencia que “hibridadora”, da pie a ulteriores inspiraciones de las cuales surge la Humimesis, otra palabra compuesta, que combina: human (humano) y mimesis (imitar).

Este concepto novedoso nace tras años de viajes y exploración, nace estudiando y observando los pueblos del mundo y las diferentes culturas que habitan en ello.

Se trata de extraer los principios de resiliencia, supervivencia y prosperidad que podemos identificar en las miles de diferentes culturas que existen en la tierra y que están desapareciendo por la globalización. Como la biomimésis, la humimesis ayuda a entender las dinámicas humanas (personales y dentro de un contexto social y empresarial) para identificar buenas prácticas y posibles formas de organización. Estos principios, igual que los biomiméticos nos pueden servir para diseñar mejores negocios, mejor organizados, más eficientes y felices. Es una combinación de antropología, ecología, economía y sociología que da como resultado unas pautas interesantes para entender mejor nuestra realidad y actuar sobre ella para ayudar al cambio de paradigma hacia un mundo más sostenible y próspero.

Entender las prácticas comerciales de los beduinos en el desierto, las increíbles características del idioma criollo en el caribe, la milenaria arquitectura mediterránea en gestión del agua y la agricultura, lo métodos de caza, recolección y redistribución social que fomentan la colaboración o la competición, la teoría de forrajeo optimal por citar algunos ejemplos. Viajamos en el tiempo y en el espacio para redescubrir y reconsiderar los libros de historia y geografía desde una perspectiva nueva, más curiosa y atrevida. El liderazgo, el poder, el juego, la sexualidad en las diferentes culturas. Las nuevas formas de colonización y contagio cultural que se difunden imparables o que por el contrario encuentran una resistencia autóctona indomable. Se trata de ver con ojos más atento cómo la tradiciones se están adaptando o resistiendo a las fuerzas transformadoras de internet y del mercado libre.

Estudiamos la época de los piratas, las complejas civilizaciones precolombinas o la transición de lo rural a urbano de los últimos 50 años. Leemos con otra mirada los testimonios de los deportados de los campos de concentración Nazi, su “kombinacja” (“buscarse la vida” se podría traducir desde la jerga del campo) es resiliencia pura y nos lleva a reflexionar sobre cómo han sobrevivido a la destrucción psicofísica a la cual estaban sometidos. Buenas prácticas que desafían nuestro entendimiento del mundo y nos pone frente a nuestra misma naturaleza, nos obliga a la reflexión, a la honestidad y a la duda que enfrenta cooperación con lucha sin escrúpulos para someter al otro y así arrebatarle el último cacho de pan.

Vemos las culturas indígenas, su simbiosis con el entorno, sus reglas de convivencia con el ecosistema y entre ellos mismos, aprendemos en qué escala puede funcionar una empresa basada en estos principios y que duren en el tiempo. Reconocemos la sabiduría, la organizamos y la recontextualizamos para que no se pierda.

La humimesis, es un primer paso hacia una nueva manera de entender el ser humano y su relación con su profesión, su familia y su entorno. Inspirado por la interpretación que él o ella misma tiene del mundo, acercarnos a aquellos patrones que nos puedan servir para rediseñar nuestra economía, nuestras ciudades, nuestros negocios.

Uno de los factores que han influenciado y siguen impulsando esta investigación interminable de los “por qués” del mundo es la necesidad de entender el rol de cada uno en la sociedad y en el entorno profesional. El proceso de creación y gestión de empresa, por ejemplo, encuentra en la humimesis posible inspiración para explorar nuevas formas organizacionales y económicas más resilientes, más flexibles, más humanas, más felices.

¿Están en los libros de antropología o arqueología las respuesta que muchos profesionales, emprendedores, estudiantes, etc. están buscando? La humimesis nos enseña que sí, pero hay un todo mundo todavía por descubrir y como dijo André Gide, si no tenemos el valor de dejar la vista de la “orilla” desde la cual zarpamos durante un largo tiempo nunca encontraremos nuevos territorios.

 

Artículo escrito Nicola Cerantola • Fundador y Director de Ecologing
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles

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Alimentación consciente

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Cada día la Medicina nos desvela más y más secretos sobre cómo la alimentación afecta directamente al comportamiento de nuestro cuerpo físico, haciendo que éste genere unas hormonas u otras, bloquee la producción de unos químicos en favor de otros, estar con más sensación de felicidad, apatía o tristeza y en última instancia, nos haga enfermar o sanar.

¿Podríamos decir que “somos lo que comemos”? En cierta medida sí.

Yo seré una persona alegre y saludable si me alimento con sustancias beneficiosas para mi cuerpo. Y por el contrario, si lo nutro con un exceso de toxinas, enfermaré y comenzará una cadena de pensamientos y sentimientos negativos que agravarán sus consecuencias.

No estoy diciendo nada nuevo. Todos sabemos que de alguna manera, debemos cuidar nuestro cuerpo regalándole diariamente una buena energía, limpia y que nos contamine lo menos posible.

Hasta ahí, todos estamos conformes y nos sabemos la “teoría”.

Sin embargo, ¿qué sucede en la “práctica”? ¿Por qué los resultados no son los deseados en nuestra sociedad, y cada día los ratios de obesidad, trastornos cardiovasculares, diabetes, etc son más altos?

Una explicación es que entran en la ecuación factores adicionales que pueden modificar sustancialmente el resultado deseado, que no es otro que estar sano y feliz.

¿Cuáles son algunos de estos factores que nos dificultan la puesta en práctica de la teoría ya aprendida?

  1. Recursos económicos
  2. Sociedad de consumo
  3. Sector Alimenticio, Farmacéutico
  4. Nuestras creencias, sabiduría, ignorancia y estado de consciencia.

Tenemos que mezclar en una coctelera muchos ingredientes que van a afectar directamente qué comemos, cómo nos sentimos, y qué repercusiones tiene en nuestra salud física y anímica.

Analicemos brevemente cada uno:

 

1. Recursos Económicos: 

A mayores ingresos, mayores posibilidades de consumo. En cambio, personas con escasos recursos, que conllevaría a pensar en una menor ingesta de alimentos, pueden padecer enfermedades relacionadas con la obesidad y sobre peso, incluso en mayor medida que personas con más posibilidades económicas.

Adicionalmente, si contamos con un mayor poder adquisitivo, podremos acceder a alimentos más caros como aquellos sin gluten, orgánicos, bio, etc, que tan de moda están ahora en nuestra sociedad. Mientras que sin recursos, la alimentación fresca y de calidad puede ser sustituida por aquella alimentación más barata, y que muchas veces llamamos “comida basura”.


2. Sociedad de consumo:

En nuestra cultura occidental, y en pleno siglo XXI, nuestra imagen “importa”, y mucho. Buscamos ser “aprobados” por los demás, buscamos gustar, necesitamos una seguridad. Es normal, todo esto son características del “ego”. Y salvo que tengamos un desarrollo personal muy elevado, nuestro ego nos domina en el día a día.

No hace mucho tiempo, el canon de belleza no era la delgadez que hoy causa tantos trastornos psicológicos, sino un cuerpo más “redondito”, con más curvas y “michelines”. ¿Se imagina usted que ahora volviéramos a ese canon de belleza? ¿Cuántos de nosotros nos sentiríamos más felices y aliviados?….Ya podríamos comer sin tanto cargo de conciencia!

Vivimos en una sociedad donde el culto al cuerpo nos hace modificar nuestros hábitos de alimentación, generándose una presión psicológica en la población a consumir nuevos productos, nuevas dietas. La persona que se preocupa en exceso por estar guap@, por lucir delgado y atractivo a los ojos de esta sociedad, va a anteponer su salud física y una alimentación correcta, por su salud mental y su concepto de felicidad, que no será otro que aquel que más se aproxime a lo que la sociedad del siglo XXI considera como el modelo a seguir. Por ende, subordinaremos la “teoría” que mencionamos anteriormente a un canon de belleza cuya puesta en práctica podrá ser contradictoria.

 

3. Sector de Alimentación y Farmacia:

Si todos viviéramos en un nivel de consciencia muy alto, ninguna empresa nos vendería alimentos que de antemano, ya sabemos no nos aportan ingredientes saludables, y posiblemente sólo sea un conjunto de azúcares y químicos que no causan más que dolor y estrés a nuestro cuerpo a nivel celular, aunque a nuestro cerebro le produzca un súbito placer, que rápidamente será sustituido por remordimientos de conciencia por haber comido esos “dulces”, o “bebidas artificiales”, o comida preparada que apenas contiene proteínas o grasas saludables.

Pero como no vivimos en dicha sociedad aún, los consumidores tenemos al alcance de nuestra mano, cuando no somos “empujados” directamente a su consumo, muchos productos que entran por los ojos, que son baratos, que llenan, que son agradables al gusto, y que, por encima de todo, sabemos que son un gran peligro para nuestro bienestar corporal. ¿Por qué se permite entonces? Todos conocemos muchas de las respuestas.

¿Se imaginan una sociedad donde estuviéramos todos muy sanos? La primera consecuencia es que la industrias farmacéutica, tan importante y potente hoy en día, se vería muy mermada. ¿Para qué abrir una Farmacia si no entran personas con alguna enfermedad a comprar medicamentos? Y si no hay farmacias, para qué invertir y producir pastillas por las multinacionales farmacéuticas?

Con ello, por supuesto no quiero decir que una u otra industria sean las responsables de la diabetes, colesterol, hipertensión, etc de nuestra sociedad. ¡En absoluto!

Los únicos responsables somos los consumidores. Nosotros tenemos el poder de modificar completamente la oferta de alimentos si así los demandamos. Pero para ello debemos ser “conscientes” de qué comer.

Podemos decir que la industria alimentaria ocasionalmente crea ciertos hábitos y productos en nuestra sociedad de consumo, empujándonos a comprar y consumir éste o aquél alimento, pero también es cierto que la misma industria responde a lo que el consumidor demanda, buscando la satisfacción de su cliente, y causando en última instancia un bien a la sociedad muy importante. Igualmente con la industria farmacéutica y sanitaria. Cuántos miles de personas, o millones, trabajan dentro de esta industria exclusivamente para crear remedios, vía medicinas preventivas o curativas, a los males físicos que todos desarrollamos en un momento determinado. Cuántos investigadores y profesionales nos ayudan a vivir más y mejor. ¡Gracias a ambas industrias por ello!

Muy recientemente, los gobiernos se están dando cuenta que por muchos ingresos que estas industrias produzcan vía impuestos y empleos, el coste sanitario es tan alto que ya han comenzado a regular qué comer, cuándo o dónde. Así, ya en los colegios se están prohibiendo la venta de determinados alimentos para los niños, por ejemplo. Y aunque hoy suene a ciencia ficción, dentro de pocos años veremos cómo se prohibirá el uso de químicos, y otras sustancias artificiales, en la producción de alimentos, y se empujará la elaboración de comidas sanas, con ingredientes de primera calidad.

Lamentablemente, aún no estamos en esa etapa, pero llegará. Hoy por hoy, el “dinero” lo justifica casi todo. Y por ello, nosotros mismos defenderemos la creación de puestos de trabajo por tal o cual empresa de alimentos o farmacéutica, y la importancia que tienen para la economía, la cantidad de empleos que generan, impuestos, etc. Por la importancia que otorgamos al “dinero”, el poder de estas dos industrias es muy grande, y por ende, su peso en la elaboración de la coctelera que antes mencionamos.

Y por el dinero también, es que los Gobiernos ahora regulan este sector. Aunque el dinero sea la excusa, bienvenido esta apertura de la barrera a una mayor consciencia en el sector salud. Debemos ser conscientes de este juego de la sociedad occidental en el que todos participamos. Pero pongamos el “foco” en nosotros consumidores. No busquemos culpables afuera.


4. Nuestras creencias, información y consciencia:

Según ciertas religiones, podemos comer unos alimentos y no otros. Según nuestro estado de consciencia, nos veremos atrapados y condicionados por el adoctrinamiento de nuestra cultura o religión.

En nuestra cultura occidental, con unos niveles de estrés tan elevados, la vía de escape de la “comida” es un recurso muy habitual entre los habitantes. ¿Cuántas veces comemos por ansiedad? Y, ¿cuántas veces dejamos de comer por nervios, estrés, o si estamos enfadados? Es decir, nuestro estado anímico afecta directamente qué comemos, y en qué cantidad lo hacemos. Y viceversa, nuestra ingesta nutricional nos cambiará nuestro estado de ánimo. Ese chocolate, esa copa de alcohol, esa galleta y otros tantos productos que en un momento determinado nos producen un inmenso placer, y su ausencia, cierta desazón, ansiedad o deseo…

¿Cuánto daño puede causar a una persona la constante presión por estar delgad@ y guap@? Todos sabemos sus consecuencias, con anorexias, bulimias, trastornos de personalidad, diabetes… a la orden del día, llegando hasta el suicidio que tan frecuente habita entre nosotros.

Por último, y no menos importante, ¿se han percatado de cuántos de nosotros estamos cuasi “obsesionados” con comer bien, saludable, con pocas calorías?… ¿Por qué? Por nuestro ego para gustar a los demás? ¿Por nuestro miedo a la enfermedad o a la muerte? ¿Por querer vivir muchos años?

Y si llegamos como invitados a una cena en casa de unos amigos o familiares,  y lo que tenemos de menú es pasta y yo he decidido no consumir carbohidratos, o es carne y yo soy vegetariano? Cómo reaccionamos: nos enfadamos, nos preocupamos, nos lo comemos? ¿Soy capaz de generar internamente un pensamiento negativo, o una cascada de ellos, por culpa de un alimento que me han servido en un plato en una mesa donde acudo como invitado y el anfitrión me sirve con todo su amor esa pasta o esa carne? ¿Cuál es la razón última de nuestra no “aceptación” a esa mesa de invitados? Hagamos introspección y encontraremos muchas respuestas.

La obsesión por comer bien, saludable, así como el constante miedo a no enfermar, a no ingerir este producto o el otro porque dicen que produce cáncer, por ejemplo, ha llevado a una parte importante de la población a sufrir igualmente trastornos psicológicos muy severos, somatizando miedos, y enfermando en última instancia. Todo el cuadro se resume en personas “no felices”.

¿Cómo podría el consumidor estar por “encima” de la presión  que la sociedad de consumo nos ejerce, o de los alimentos no saludables que encontramos en nuestras despensas, y cómo saber elegir qué comer y qué productos consumir y cuáles no? ¿Y cómo comer sin sentirnos mal, sin remordimientos de consciencia, sin enfadarnos o estar disgustados por lo que hemos hecho, y que nos lleva a una espiral de difícil salida?

La respuesta está, como todo en la vida, en nuestro interior. Nosotros somos los dueños de nuestras vidas. Si la felicidad me la produce el estar guapo, yo me genero a mi mism@ la presión por comer cosas que no engorden, y estar continuamente buscando en las etiquetas los ingredientes de mi felicidad deseada. Si la felicidad me la genera no enfermar de cáncer, me pasaré el día leyendo artículos y viendo programas sobre qué alimentos son más cancerígenos y cuáles más combativos del mismo. Y si la felicidad me la proporciona comer lo que me da la gana, sin importar su composición o cuantía, acabaré con alguna disfunción, enfermedad o trastorno.

Así no podemos sobrevivir con un nivel de felicidad alto y constante. Qué hacer , ¿alguna sugerencia? La principal y más importante, cambiar nuestra forma de pensar, observar nuestros miedos y revisar nuestros modelos de Felicidad.

¿Hasta dónde mi alimentación y mi cuerpo son un instrumento para mi bienestar, o hasta dónde son quienes pagan los platos rotos de mi infelicidad interior?

Abordaremos en otro artículo cómo intentar mejorar nuestra alimentación física, y muy importante, mental. Ésta última determinará qué comeremos y cuán saludable nuestro cuerpo físico se encontrará.

 

Artículo escrito por Iñaki Gil • Consultor y Coach para personas y empresas
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles