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Ley General de los Derechos de las personas con Discapacidad

La Ley General de los Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social, conocida como Ley General de Discapacidad, (LGD) establece que todas las empresas públicas y privadas españolas, cuya plantilla esté formada por 50 ó más empleados, están obligadas a reservar el 2% de su plantilla a personas con una discapacidad igual o superior al 33%. Leer más

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El Regalo de Jon

Jon descubrió hace solo unas semanas que un cáncer de páncreas, encontrado casi por casualidad y sin ningún síntoma aparente hasta entonces, terminaría con su vivencia terrenal.

Jon, durante su vida profesional fue cardiólogo y en su tiempo libre gran estudioso de la religión. Siempre buscando con gran entusiasmo los vínculos entre la ciencia y la religión. Leer más

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Expectativas

Es sabio repasar y analizar periódicamente lo que queremos y deseamos. La razón es que nuestras expectativas nos pueden causar muchas desilusiones.

Las antiguas enseñanzas budistas dicen que los deseos y las expectativas no satisfechas crean infelicidad en los seres humanos. Cuanta más expectativas tengamos, es probable que experimentemos más infelicidad. Y cuanto más altas sean nuestras expectativas sobre algo en concreto, menos agradecidos nos sentiremos cuando eso suceda.

La adquisición real de algo que habíamos estado esperando con ansiedad, acostumbra a ser deprimente. Entre las realidades de la vida y nuestras expectativas hay una gran diferencia.

Esperar que la vida nos dé todo lo que queremos es exponernos a la infelicidad y al abatimiento. Dadas las restricciones bastante duras de la realidad, tenemos que tratar con lo que es posible y probable de acuerdo con el tiempo y la energía que tenemos a nuestra disposición.

La realidad tiene la costumbre de serenarnos cuando nuestras expectativas son excesivas y, a menudo, el resultado es la desilusión y la depresión. Sentirnos tristes y desposeídos por lo que no tenemos es desperdiciar todas las cosas buenas que sí tenemos.

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Esperar (de una manera no realista) ser la persona que a todos nos gustaría es desperdiciar la persona que todos somos y podemos ser. La realización está siempre ahí si es que la queremos. No es tan importante incrementar nuestras adquisiciones como reducir la magnitud de lo que queremos.

Bendito sea el que no espera nada, porque nunca se sentirá desilusionado, decía el creador de la obra Los Viajes de Gulliver.

Menos puede ser más. Recomiendo que pensemos más en la filosofía Zen que señala que cuanto menos necesitemos en comodidades materiales y físicas, más libres nos volveremos. Eliminar nuestro deseo de algo es, en muchas ocasiones, algo tan bueno como poseerlo y, al menos, da menos problemas.

Ignacio Pi • Responsable global de Mediapost Group
Publicado en el nº15 de la revista Ideas Imprescindibles

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Percepción y realidad

Nuestro cerebro, además de regular los procesos fisiológicos automáticos y de su capacidad para escribir un soneto o componer una sinfonía, es también una máquina biológica que recibe datos de diversas fuentes internas o externas y tras un análisis, en mayor o menor medida consciente, obtiene una conclusión que es almacenada en la memoria. Este proceso que llamamos cognición establece nuevas sinapsis neuronales y modifica la realidad que percibimos.

Las experiencias almacenadas alteran la percepción de las siguientes. Si en nuestra infancia conocemos el amor y el cuidado, creceremos en un mundo muy diferente al de un niño desatendido o abandonado. De manera creciente, añadiendo experiencia tras experiencia, construimos nuestra realidad única e irrepetible.

La cognición es un proceso mucho más lento y complejo que el mecanismo automático que nos hace retirar la mano del fuego. Valorar y procesar todos los aspectos relativos a la miríada de estímulos recibidos a diario saturaría nuestro cerebro de enorme pero finita capacidad. Dado que no puede aumentar su velocidad, el cerebro tiende a reducir la complejidad del problema a tratar. Si alguien con aspecto desaliñado llama a nuestra puerta, lo evaluaremos seguramente como un peligro. Es un mecanismo que genera errores, pero que es eficaz a la hora de tomar decisiones rápidas que en algunos contextos pueden suponer la vida o la muerte.

Atribuciones

La atribución en Psicología es una inferencia de las causas del comportamiento propio o de los demás. Si vemos cómo una persona grita a otra, en una fracción de segundo y aun sin datos suficientes, trataremos de dar alguna clase de explicación a lo sucedido. Atribuiremos causas internas o externas al comportamiento de las personas. Si hemos suspendido un examen tenderemos a considerar que estudiar y trabajar es complicado, pero si quien suspende en las mismas circunstancias es alguien que nos disgusta tenderemos a pensar que es un mal estudiante, sin valorar sus circunstancias.

Estereotipos y prejuicios

Parte de nuestras creencias acerca de las personas está basada en estereotipos, una información imprecisa y carente de matices acerca de un grupo de personas. No conocemos a ningún aragonés, pero seguramente conoceremos su estereotipo y es posible que lo usemos en una conversación. Al conocer a un individuo sus estereotipos tienden a difuminarse. Si existe alguna clase de emoción asociada a un estereotipo nos hallamos ante un prejuicio, que implica la irracionalidad de considerar negativamente o positivamente a todos los miembros de un grupo que en realidad desconocemos. Ni los miembros de una etnia son todos delincuentes ni los misioneros son por definición buenas y abnegadas personas. La discriminación es un fenómeno relacionado con estereotipos y prejuicios.

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Esquemas y roles

Un esquema es un grupo de ideas preconcebidas acerca de personas o situaciones, construidas en base a la propia experiencia o a creencias de otros. Podemos poseer un claro esquema de la conducta esperada de una mujer en una primera cita, que puede ser muy diferente del esquema de comportamiento de esa mujer para una primera cita. Asimismo, esperamos que alguien a quién hemos asignado el rol de persona meticulosa cumpla un esquema de comportamiento que tenemos asociado a ese rol.  Existen abundantes esquemas sobre uno mismo que pueden contener cómo nos comportamos en una reunión de amigos o cómo juzgamos nuestra habilidad musical. Algunos esquemas pueden desencadenarse  automáticamente frente a un estímulo, como sentir miedo y nerviosismo al hablar en público. Cuando alguna experiencia imposible de obviar o denostar contradice claramente uno de nuestros esquemas hablamos de “ruptura de esquemas”.

Sesgos cognitivos

Un sesgo cognitivo es una interpretación no lógica de la percepción. Un sesgo muy estudiado proviene de la acción de nuestro cerebro filtrando y eliminando aquella información contraria a nuestras creencias. Si nos consideramos dotados de buena suerte, no percibiremos las pequeñas ocasiones en las que la mala suerte nos afecta. Incluso, aquella información pertinaz que consigue pasar el filtro y alcanza nuestra consciencia tiende a ser tratada de manera muy poco objetiva. Si nos consideramos personas muy tolerantes, tenderemos a rechazar la información que lo contradiga. Podemos recurrir a la expresión “es la excepción que confirma la regla”, o tratar la información como errónea y no confiable. Por el contrario, valoraremos una opinión favorable de alguien a quien consideramos escasamente.

Asimismo, tendemos a poner a prueba nuestras creencias por métodos que históricamente nos han corroborado antes que por otros de resultado incierto. Nos complace hablar de política con un afín y  no tanto con alguien que no lo es.

El sesgo de falso consenso nos hace creer que nuestra opinión y creencias son más comunes de lo que en realidad son. El sesgo de probabilidad nos lleva a valorar al alza la posibilidad de un suceso. Si un conocido gana en un sorteo de lotería se difuminará la realidad matemática que indica que esa probabilidad es en realidad muy pequeña.

Finalmente, el sesgo por el que consideramos que nuestra cognición está libre de sesgos y que analizamos la realidad y a nuestros semejantes con independencia y justicia. Existen innumerables sesgos cognitivos en los que todos nos reconoceremos con facilidad. Invito al lector a conocerlos con una simple búsqueda en la Red.

Ilusión de control y conocimiento

Somos una especie altamente social y necesitamos a otras personas que escapan de nuestro control efectivo. Creemos poseer una mayor influencia de la real sobre el amor de nuestra pareja, la seguridad de nuestros hijos o la opinión que los demás tienen de nosotros.

El conocimiento que atesoramos resulta infinitesimal en relación a todo cuanto desconocemos. Sobrevaloramos nuestro conocimiento por ser la tierra firme que pisamos, de la misma manera que podemos sobrevalorar la posición e importancia de nuestro planeta en el cosmos.

Nos resulta imposible comparar nuestra subjetiva realidad con algo parecido una realidad objetiva para juzgar su calidad,  pero sí podemos conocer los detalles de cómo nuestro cerebro prefiere la eficacia a la verdad. Podría parecer una buena idea no dar por absolutas creencias y opiniones y tratar de encontrar algo de realidad en la opuesta percepción de otros.

Cómo de engañosa puede ser la percepción. Muy atento a los jugadores con bata blanca:

 

Artículo escrito por Carlos Laguna. Desarrollador de software en Galanta y estudiante de Psicología en la UNED.
Publicado en el nº15 de la revista Ideas Imprescindibles