No desafiar nunca el modo en que pensamos tiene, por lo menos, dos peligros inseparables. Es muy posible que nos quedemos bloqueados en una perspectiva sin ver otras alternativas que podrían ser más apropiadas o bien podemos adoptar una perspectiva que, en ese momento, tenga mucho sentido. Pero el tiempo pasará, y con éste, las cosas cambiarán. La perspectiva original ya no será la adecuada, pero continuaremos viendo la situación desde la perspectiva original, ahora ya, posiblemente obsoleta.
También podría cambiar la calidad de nuestra vida, si cambiáramos el contexto en el que contemplamos nuestras circunstancias. No es la realidad ni el grado del problema lo que determina la manera en la que los contemplamos, sino una elección perceptual de los mismos. Puede que no seamos capaces de controlar nuestras circunstancias, pero siempre podremos controlar la manera en la que reaccionamos ante ellas.
Si no somos capaces de cambiarlas, cosa que nos ocurre demasiado a menudo, cambiemos nuestra perspectiva contemplándolas de manera positiva y podremos encontrar así alguna oportunidad de cambiar la situación en una que sea más reconfortante y llevadera. Lo importante es estar tan preparado para lo bueno como para lo malo y así, sean cuales sean las circunstancias que influyan en nuestro día a día, siempre podremos entrar la mejor manera de reaccionar ante ellas.
Parece una perogrullada, pero el cambio de actitud, cualquier obstáculo puede convertirse en una oportunidad. La mejor manera de mejorar nuestra vida es modificar algunos pensamientos y unos cuantos más comportamientos, dándoles una inclinación positiva ante cualquier acontecimiento que nos suceda…o ante los que nunca nos acaben por suceder.
Ignacio Pi • Responsable global de Mediapost