La economía del cuidado: ¿amenaza u oportunidad?

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La economía del cuidado” es un término de nuevo cuño que define la actividad económica que se desarrolla en torno a los trabajos vinculados con la salud, el cuidado de niños y niñas, la educación de la primera infancia, los cuidados dirigidos a las personas con discapacidad, a las personas de edad y los cuidados de larga duración.

Esta actividad viene siendo desarrollada en los hogares históricamente por las mujeres, incluso en los países más avanzados, y en los últimos años ha experimentado un crecimiento notable.

Si a este escenario sumamos la irrupción de tres sucesos recientes y tan diversos como son el envejecimiento de la población, los avances del feminismo y el debilitamiento del Estado del bienestar, nos encontramos con una situación realmente compleja que puede marcar las próximas décadas.

La economía del cuidado y el papel de la mujer en el mundo

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La “economía del cuidado” está íntimamente unida a la situación de la mujer, porque en la mayoría de los casos son las mujeres las que asumen – y de forma no remunerada – el cuidado de los niños y los mayores de la familia. Esa situación obliga a muchas mujeres a renunciar a su carrera profesional, impidiéndoles desarrollar su talento y sus habilidades.

Para que exista realmente una igualdad de oportunidades, el trabajo de cuidados debe estar repartido al 50% entre hombres y mujeres. Esta reivindicación ha sido recogida, entre otros, por el movimiento feminista, que propugna buscar soluciones para que no recaiga siempre sobre las mujeres el trabajo de cuidados y puedan desarrollar libremente sus carreras profesionales.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es esencial que una parte de esos cuidados recaiga sobre los servicios públicos, con el objetivo de evitar desigualdades sociales y que los más desfavorecidos deban asumir esas tareas, al no poder contratar servicios privados de calidad. La OIT también alerta de la situación de muchos países donde el trabajo no remunerado de mujeres y niñas o de trabajadoras domésticas insuficientemente remuneradas complementa o incluso sustituye la labor de los servicios públicos de salud, educación o sociales. El empeño de muchos dirigentes políticos por limitar las cargas financieras al Estado acaba perjudicando a muchas mujeres que deben renunciar a sus trabajos para dedicarse al cuidado de sus mayores o sus familiares discapacitados o a la crianza y educación de sus hijos.

El envejecimiento de la población: ¿una amenaza para la economía mundial?

Según datos del Banco Mundial, la esperanza de vida en el mundo se sitúa actualmente en 71,89 años. Esta cifra es superada en todos los continentes, excepto África, donde la media cae a los 60 años. La población mundial vive más tiempo que en cualquier otro momento de la historia y este cambio demográfico deriva en una mayor demanda de servicios para el cuidado de las personas mayores.

Sin embargo, la mayor esperanza de vida no debería verse como una amenaza, sino que se trata de una conquista histórica que, si va acompañada de ciertas transformaciones sociales que garanticen el cuidado de los más frágiles, puede resultar muy beneficiosa para la economía mundial. Los gobiernos tienen la obligación moral y social de procurar a los mayores de sus países un entorno adecuado y acorde con sus recuerdos para que vivan con dignidad.

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En España, la población que superaba en 1960 los 65 años representaba el 8,2% del total, mientras que en 2018 superó el 19%, es decir se duplicó. Según datos del Imserso, en 2031 se disparará al 26,2%, aunque en zonas como Asturias ya ha alcanzado el 25%. En otras palabras, en poco más de diez años, uno de cada cuatro españoles será mayor de 65 años.

Ante un reto demográfico de esta magnitud es necesario afrontar medidas políticas y sociales que garanticen el cuidado de los más mayores y que además aseguren la sostenibilidad del sistema público de pensiones.

El sector de los cuidados personales: nuevas oportunidades de empleo

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Como consecuencia de esta nueva situación, la demanda de empleo en el sector de los cuidados personales ha crecido espectacularmente. En Francia, por ejemplo, “la economía del cuidado” ha generado más de 330.000 empleos desde 2005 y las empresas dedicadas a este servicio se han multiplicado espectacularmente.

Por otra parte es muy arriesgado dejar el cuidado de los mayores a personas sin una mínima preparación profesional. Por esa razón es necesario exigir a los cuidadores una formación especializada y eso requiere la creación de nuevas especialidades técnicas y académicas que preparen a los futuros cuidadores, así como el surgimiento de empresas que centren sus actividades en el cuidado de los mayores, las personas con discapacidad y los niños y niñas.

Eso significa nuevas oportunidades de empleo para millones de personas en todo el mundo, que deberán ser impulsadas por las instituciones nacionales e internacionales con incentivos fiscales y con políticas imaginativas y abiertas que conformen un marco económico y social que combine el cuidado de los más frágiles con la sostenibilidad del Estado del bienestar.