Nos cruzamos con la carrera ciclista Milán – San Remo

Día 17 marzo:
Desayunamos lo mucho que aún queda de lo donado por María y salimos de Quatordio. El día es espléndido y el paisaje cada vez mas monótono: verdes llanuras a ambos lados del camino y alguna «cascina» (granja) de vez en cuando. En Solero, al oírnos hablar español se acerca un joven uruguayo que hace una obra en una casa a la entrada del pueblo. Tras hablar con él seguimos hasta la plaza donde nos paramos para hacer estiramientos. Al poco aparece el uruguayo con su coche para decir que la dueña de la casa nos invita a comer un plato de pasta. Aceptamos, y quedamos en deshacer el camino para citarnos 20 minutos después en la casa. Alli, Sebastián nos presenta a Anabella, argentina, que ya está preparando la comida. Después de comer, de nuevo en el camino, nos para  Claudio, que ha ido a Santiago, y luego nos alcanza su hijo Christiano para darnos dos grandes manzanas y una botella de zumo de zanahoria y naranja. Cuando nos quedan dos kilómetros para llegar a Alessandria recibimos la llamada de Mirta (la madre de Sebastián) que va a venir. a por nosotros para invitarnos a merendar en un Mac cercano. Total que por la noche cenamos con Mirta, Sebastián y Santiago (otro hijo de Mirta) que hacen todo cuanto pueden por nosotros. ¡Ah! y dormimos en el ostello de María di Castello, sin pagar la correspondiente minuta por ser peregrinos.

Día 18 marzo:
Ayer, en el otello había unos hombres de raza negra que dormían en la habitación de ocho literas en que estábamos y no pudimos mandar el resumen del día, ni fotos, ni nada, pero hace unos momentos lo hemos enviado. Hoy empezamos pronto a caminar hacia Tortona en un día idéntico al de ayer en cuanto a paisaje y clima, pero se ven bastantes industrias, algunas de importancia. En San Giuliano Vechio desayunamos y volvemos a un camino que se hace incomodo pues el calor parece haber dilatado nuestros pies y empiezan a resentirse. Todos los perros de las casas por las que pasamos salen a recibirnos ladrando, mientras enseñan los dientes tras el arrugado hocico. A la entrada de Tortona nos dan pan y dos trozos de pizza fría. Esa será nuestra comida de hoy. A la derecha vemos una gran imagen de la Virgen, sobre una torre y preguntamos a una joven si allí podríamos pedir un «posto per dormire». Dice que mejor en la catedral o en un convento de capuchinos que se ubica junto al «castello» pero, guiados por ese sexto sentido que casi nunca falla decidimos ir a la iglesia de la derecha. Se trata del Santuario de la madonna de la Guardia, entramos en la iglesia y nos dirigimos a un hombre, que resulta ser don Fabio y nos acomoda en una buena habitación de la casa de reposo aneja al Santuario. A pesar de que cobran la estancia a nosotros no pagamos nada. Ahora vamos a salir en busca de la cena. ¡Estamos hambrientos!
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Día 19 marzo:
Anoche asistimos al concierto en la cripta. Por la mañana desayunamos lo que nos da Christian, encargado del bar del santuario y acometemos un camino que resulta igual al de los últimos días. La novedad es que vemos pasar la carrera Milán-San Remo y toda su parafernalia.
Esta carrera ciclista es importante y la acompañan muchas motos, coches y ambulancias. En Voghera nos hablan de un convento de franciscanos y vamos hasta allí para ver si solucionamos esta noche. El único monje al que vemos nos dice que volvamos a partir de las cinco y el superior decidirá. Luego vamos a la catedral, donde hemos quedado con Walter y Fermo, dos amigos a los que Miguel conoció haciendo el Camino de Santiago con los que tanto él como Kiko han entablado una gran amistad. Llegan con Pietro, también de la zona de Como y también buen amigo. Tras ir a los franciscanos y obtener el permiso del superior (Cristoforo) pasamos unas horas estupendas con nuestros amigos, a los que tanto agradecemos su visita. De nuevo en el convento asistimos auna cena con todos los hermanos y unas150 personas más, organizada por los franciscanos para celebrar la Pascua. Allí hablamos con muchas personas que felicitan nuestro caminar, y con Piord,  Pedro en español (creo que se escribe así) un franciscano polaco muy interesado en nuestro peregrinaje.

Día 20 marzo:
Nos despedimos de los franciscanos y salimos hacia Broni. La monotonía del paisaje la rompen de vez en cuando los viñedos, alguna instalación fabril de importancia y las colinas que van apareciendo a nuestra derecha. En Broni, pese a la insistencia de una feligresa que habla con él por teléfono, el párroco don Mario dice no tener un lugar donde acogernos que no sea el santo suelo y nos da el numero telefónico don Christian, el vice párroco de Stadella, un pueblo a cuatro kilómetros del que estamos.  Pese al cansancio, pues llevamos ya hoy andados 27, nos encaminamos hacia alli. Cuando llegamos el cura nos lleva al oratorio donde dormiremos sobre unas colchonetas de playa porque no puede ofrecernos otra cosa. Ya en la iglesia, don Christiano habla con Pier Lauro, el dueño del mejor hotel de la localidad que nos proporciona una cómoda habitación con cena y desayuno incluidos. Cenamos con Juan, el sacerdote mejicano que ha oficiado la misa de domingo de ramos, joven que hace la tesis en Roma y nos ofrecer oficiar una misa para nosotros en una de las capillas del vaticano a nuestra llagada. Para eso deberemos avisarle con un email siete u ocho días antes.

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