Patinetes eléctricos: ¿Héroes o villanos?

Los patinetes eléctricos han invadido las calles y las aceras de las grandes ciudades. Los atascos, los problemas de aparcamiento y la alta contaminación han convertido a los patinetes eléctricos en una nueva alternativa a los coches y al transporte público. Pero la ausencia de normativas específicas y la falta de formación vial también los pueden convertir en un peligro para los peatones. ¿Qué hacer entonces con ellos?

Uno de los retos más importantes a los que hoy se enfrentan todas las grandes ciudades del mundo es la movilidad sostenible. El modelo de transporte urbano, basado en el coche, ha funcionado hasta principios de este siglo, pero el crecimiento de las grandes ciudades y el espectacular aumento de la población, han provocado que este modelo plantee en la actualidad numerosos inconvenientes. Entre ellos destacan la contaminación del aire, el excesivo consumo de energía, los efectos nocivos sobre la salud y la saturación de las vías de circulación.

En este contexto las instituciones públicas llevan años buscando alternativas al automóvil para que los ciudadanos se desplacen con comodidad y rapidez por las ciudades. Así aparecieron inicialmente las bicicletas compartidas, que poco a poco fueron ocupando las calles de ciudades como Madrid o Barcelona, y más recientemente, los patinetes eléctricos compartidos, un nuevo medio de transporte que es una versión perfeccionada del patinete tradicional, y que algunos expertos ya empiezan a denominar “vehículos de movilidad personal (VMP)”.

Patinetes eléctricos: cuándo surgieron y quién los inventó

La moda de los patinetes eléctricos – también conocida como “movilidad sin estaciones” (dockless mobility) – se inspira en un modelo iniciado en China en 2016 basado en bicicletas que se gestionaban a través de una app. Las compañías chinas OFO y Mobike inventaron las bicicletas urbanas “sin estación” y las comercializaron como una solución a las congestionadas calles de las grandes ciudades del gigante oriental. Estas dos compañías se expandieron con rapidez por ciudades del resto del mundo, en Asia, América, Europa y Oceanía. Un año después, en 2017, varias empresas estadounidenses se fijaron en ese modelo y decidieron implantarlo en ciudades como San Francisco, Los Ángeles y Washington, pero utilizando patinetes eléctricos en vez de bicicletas. Así surgieron compañías como Bird, fundada por el ex-directivo de Uber Travis VanderZanden, LimeBike y Spin, cuyos patinetes eléctricos inundaron de la noche a la mañana las grandes ciudades norteamericanas. La rápida proliferación de estos patinetes causó de repente inesperados problemas, debido a la ocupación de las aceras, su amontonamiento por las calles, e incluso empezaron a ocurrir algunos accidentes. Varios ayuntamientos, como Seattle, Nashville, St.Paul o Charleston, decidieron limitar el uso de los patinetes eléctricos y muchos ciudadanos se manifestaron rotundamente en contra de este nuevo medio de transporte. Pese a estos problemas iniciales, los patinetes eléctricos triunfaron en muchas ciudades y el número de usuarios empezó a crecer espectacularmente por todo el mundo. Incluso en lugares emblemáticos como Silicon Valley se llegó a convertir en un símbolo de modernidad y sostenibilidad.

Basta como ejemplo que la compañía Bird hoy está presente en más de 100 ciudades de Estados Unidos, Europa e Israel, y su valor bursátil supera los 2.000 millones de euros. Incluso algunos gigantes de la automoción se están sumando a esta fiebre. Por ejemplo, Ford ha adquirido recientemente Spin por unos 100 millones de dólares, y en España, SEAT ha presentado su modelo eXS, un patinete eléctrico fabricado conjuntamente con la compañía Segway.

Patinetes eléctricos: ¿una solución real a los problemas de tráfico?

En 2017 los ciudadanos de Los Ángeles emplearon una media de 102 horas inmersos en atascos, más que en ninguna otra ciudad del mundo. Debido a ello la economía de Estados Unidos perdió más de 300.000 millones de dólares. Estos datos llamaron la atención de algunos inversores que detectaron en ese problema una buena oportunidad de negocio.

Según Horace Dediu, analista experto en tecnología, “el coche es un vehículo idóneo para los trayectos cortos y largos, pero la inmensa mayoría de los trayectos que realizan los ciudadanos son muy, muy cortos. Los patinetes eléctricos vienen a cubrir esta necesidad de movilidad para los trayectos muy cortos”.

Uno de los graves problemas que provocan los patinetes eléctricos es su recarga. Estos vehículos deben recargarse durante la noche y en Estados Unidos empresas como Bird llegan a pagar hasta 6 dólares por cada patinete recargado. En ciudades como Los Ángeles esta llamada se ha convertido en el trabajo de decenas de “recargadores” nocturnos, que se llevan las bicicletas a sus casas para recargarlas y pueden ganar hasta 400 dólares por noche.

En varios ayuntamientos de California, el creciente número de accidentes ha provocado que hayan surgido numerosas protestas y que muchos ciudadanos se hayan organizado en torno a asociaciones de vecinos que luchan por la prohibición de los patinetes eléctricos. Paralelamente los defensores de este nuevo medio de transporte insisten en que el verdadero problema son los coches y subrayan las ventajas del uso de patinetes eléctricos para proteger el medio ambiente.

Memphis: un ejemplo de gestión diferente de los patinetes eléctricos

En junio de 2017 la ciudad de Memphis recibió los patinetes eléctricos de Bird con los brazos abiertos. Tal y como cuenta en el documental “Patinetes urbanos” producido por Netflix, Doug McGowen, director de operaciones del ayuntamiento de la ciudad, “En 1970 la ciudad ha crecido notablemente. En 1970 tenía 440 kilómetros cuadrados. Ahora tiene 880, se ha duplicado el tamaño de la ciudad. Pero por desgracia la población no ha crecido. Eso significa que las distancias entre trayectos también han aumentado. Por otra parte, los fondos para transporte público se mantienen congelados desde hace años, por lo que tenemos el doble de área que cubrir con el mismo presupuesto”. La ciudad de Memphis es un claro ejemplo de cómo los patinetes pueden ayudar a solucionar los problemas de movilidad de una gran ciudad. Cuando los gestores municipales detectaron las ventajas de los patinetes eléctricos invirtieron en la creación de infraestructuras que permitieran lo que ellos llamaron “movilidad compartida”. En concreto habilitaron numerosos carriles bici protegidos por toda la ciudad y destinaron ese espacio a la circulación de bicicletas y patinetes eléctricos. En la actualidad la ciudad de Memphis se considera en todo el mundo un ejemplo de gestión inteligente del fenómeno de los patinetes eléctricos.

¿Qué está pasando en España con los patinetes eléctricos?

La fiebre por los patinetes eléctricos también ha llegado a España. Su encanto es indiscutible – son fáciles de utilizar y son económicos – pero los mismos problemas que han surgido en Estados Unidos y que hemos citado anteriormente, se están reproduciendo en nuestras grandes ciudades. En Madrid o Valencia sus ayuntamientos han prohibido recientemente su uso hasta que se cumplan ciertos requisitos mínimos. Es evidente que es urgente redactar una legislación específica que regule este sector y en su elaboración deben participar diversas instituciones, como los ayuntamientos, la Dirección General de Tráfico o el Parlamento Europeo. Del sentido común de los legisladores, pero también de los usuarios, dependerá en gran medida el éxito de este nuevo medio de transporte. ¿El resultado? Lo veremos en los próximos meses.