Ruykatsu: la terapia japonesa del llanto

La sociedad japonesa se caracteriza por reprimir cualquier signo de emotividad. Los japoneses aprenden desde niños a ocultar sus sentimientos y construyen un escudo a su alrededor que dificulta conocer sus verdaderas emociones. Esta contención emocional es un rasgo distintivo de los japoneses y forma parte de la enigmática y fascinante cultura nipona.

 

¿Cómo surgió el ruykatsu en Japón?

El ruikatsu – que significa literalmente “buscar lágrimas” – surgió en 2013 en algunos locales de Tokio para ofrecer a los japoneses una vía de escape que les permitiera exteriorizar sus emociones. El ruikatsu consiste en una terapia que ayuda a encontrar el equilibrio interior a través de la liberación de las emociones. El ruikatsu se practica en espacios donde algunos japoneses se reúnen para ver películas, escuchar música o leer novelas con el propósito de emocionarse y llorar. 
Las primeras sesiones de ruikatsu fueron organizadas por Hiroki Terai, un emprendedor tokiota que lanzó un servicio al que denominó  “llanto en grupo”. La idea se le ocurrió a Hiroko Terai cuando tenía 16 años, durante una adolescencia difícil, marcada por la soledad y la incomprensión. En aquella época de su vida, Hiroki Terai descubrió que las verdaderas emociones de los japoneses se escondían tras la sonrisa permanente que sus compañeros dibujaban en su rostro. 

 

 

Los primeros talleres del llanto surgen en Tokio

Su primer proyecto consistió en organizar ceremonias dirigidas a parejas que  querían celebrar su divorcio. En aquellas ceremonias el momento cumbre llegaba cuando los recién divorciados destruían su anillo de bodas a golpe de martillo. La mayoría de las parejas afirmaban que llorar había ejercido sobre ellos un efecto sanador y aquel comentario le indicó a Hiroki cuál podría ser el camino a seguir. En 2013 Hiroki Terai organizó su primer ruikatsu, que atrajo a un pequeño grupo de hombres y mujeres que podían llorar a gusto junto a otras personas que se sentían libres para exteriorizar sus emociones. Al término de cada sesión los participantes aseguraban que se sentían muy bien y que volverían a asistir a otra sesión. El único problema – reconocía Hiroki Terai – era que muchos hombres consideraban que llorar les hacía parecer débiles y pusilánimes. Por esa razón a los primeros talleres solían asistir muchas más mujeres que hombres. Pero por encima de todo Hiroki Terai descubrió que las lágrimas ejercían un poder sanador y que a través de ellas nuestro organismo expulsaba toxinas, al igual que ocurre con el sudor o la orina.

 

 

El ruikatsu se extiende por las principales ciudades japonesas

Aquellos primeros “talleres del llanto” llamaron la atención de muchos hombres y mujeres que empezaron a practicar aquella nueva actividad y comenzaron a surgir numerosos locales por toda la ciudad que imitaban la iniciativa de Hiroki Terai. En la actualidad existen numerosos espacios donde se practica el ruikatsu repartidos por todo el archipiélago japonés. Uno de los más conocidos es el regentado por Yoshida sensei, que se ha especializado en ofrecer servicios a escuelas y empresas. Sus sesiones de ruikatsu duran unas dos horas y suelen empezar con el visionado de vídeos o con la redacción de cartas de agradecimiento a algún ser querido, aunque haya fallecido. La experiencia libera sus emociones y la mayoría de los participantes las exteriorizan llorando. En la parte final los participantes se dividen en grupos reducidos y comparten sus sentimientos abriendo su corazón. Al concluir la sesión, la inmensa mayoría de los asistentes confiesan sentirse profundamente aliviados.
Aunque el objetivo principal del ruikatsu es reducir el estrés, no es ni mucho menos el único. Numerosas empresas han descubierto que las sesiones de ruikatsu estrechan los lazos entre sus empleados, fortalecen el sentido de pertenencia y mejoran el trabajo en equipo. Por esa razón cada vez son más los directivos que contratan sesiones de ruikatsu para optimizar el rendimiento de sus empleados. 

 

 

El ruikatsu: un antídoto contra el machismo

El acto de llorar se ha asociado tradicionalmente con las mujeres y cuando vemos a un hombre llorando todavía muchas personas lo interpretan como un signo de debilidad. En todo el mundo está muy extendida la idea de que los hombres no deben llorar, y mucho menos en público. En una sociedad tan profundamente arraigada en sus tradiciones como la japonesa, esta percepción se radicaliza. Los hombres que lloran suelen identificarse como débiles o incapaces. Sin embargo, el ruikatsu está ayudando a cambiar esta creencia. Las sesiones de ruikatsu ahondan en la idea de que el llanto es una reacción natural y saludable. Los hombres pueden y deben llorar en público. Les permite expresar sus emociones, mejorar sus relaciones y reforzar su personalidad. Además las mujeres encuentran en el llanto de un hombre un motivo para confiar en él y una razón para empatizar. En ese sentido, el ruikatsu está rompiendo moldes en la sociedad japonesa y está configurando un nuevo estereotipo masculino más acorde con los cambios que está demandando una sociedad tan tradicional y hermética como la japonesa. ¿Deberíamos los occidentales aprender de los japoneses e importar el ruikatsu?