Soft skills: las competencias del profesional del siglo XXI

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Cada vez se escucha con más frecuencia en el ámbito empresarial el término “soft skills”. Su traducción literal es “competencias blandas” y hace referencia a las competencias emocionales y sociales que permiten a los profesionales desenvolverse con éxito en los entornos laborales. ¿Pero qué son exactamente las “soft skills” y para qué sirven?

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De entrada, los expertos no se ponen de acuerdo en el nombre – “soft skills” – y muchos prefieren denominarlas “power skills” (algo así como “competencias de poder”), un nombre mucho más evocador, en línea con la importancia que están adquiriendo las habilidades asociadas a la inteligencia emocional dentro de ámbitos tan diversos como la empresa o la educación.

El nombre “soft skills” encuentra su origen en la contraposición a las “hard skills” (competencias duras), es decir, las habilidades técnicas asociadas al desempeño del trabajo y que se adquieren a lo largo de años de formación y experiencia. Según numerosos estudios, las “soft skills” son las responsables de hasta un 90% del éxito de una persona en su entorno laboral. En un mundo tan cambiante y complejo como el actual, las habilidades técnicas deben ir acompañadas de otras habilidades emocionales y sociales que permitan al profesional actualizar sus conocimientos, relacionarse con los demás y ampliar su visión del mundo. Estamos hablando de competencias tan sutiles como la curiosidad, la creatividad o la capacidad de adaptación a los cambios.

Sin estas competencias, hasta el profesional mejor formado puede verse superado en poco tiempo por otros profesionales con expedientes académicos menos deslumbrantes e incluso menos experiencia, pero que demuestran una mayor destreza a la hora de resolver conflictos, trabajar en equipo o ejercer su liderazgo.

Las empresas con más éxito comprendieron hace años que estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma empresarial que está cambiando nuestra forma de trabajar. Hoy se necesitan profesionales proactivos e independientes, con pensamiento crítico y altas dosis de iniciativa, que no se escondan ante un nuevo reto, que siempre estén motivados y que además motiven a sus compañeros. Lejos debe quedar ya el modelo de empresa industrial donde los trabajadores y los directivos formaban dos espacios tan alejados como a veces antagónicos, y donde la obediencia, el silencio y las conversaciones de pasillo dominaban el ambiente. En este nuevo contexto, los profesionales no son tratados como números y las “soft skills” vienen a situar las emociones y las relaciones personales al mismo nivel que las habilidades técnicas.

Las “soft skills” (a nosotros nos gusta más el término “power skills”, tenemos que reconocerlo) destacan la importancia de los valores y la capacidad de renovación sobre los conocimientos especializados, que en un panorama profesional en constante cambio, quedan rápidamente desactualizados. El objetivo de esta nueva visión es crear profesionales que nunca puedan ser sustituidos por las máquinas y que contribuyan a construir un mundo más sostenible.

Influenciado por su experiencia como docente, Jack Ma, el fundador de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico, y uno de los hombres más ricos del mundo, afirma que la educación ya no debe centrarse en los contenidos, y que debe basarse en el aprendizaje de competencias relacionadas con la inteligencia emocional y las Humanidades.

Parece evidente que el alcance de las “soft skills” sobrepasa el ámbito laboral y que plantea un nuevo escenario tanto a educadores como a padres e instituciones públicas. Las “soft skills” son competencias para el trabajo, pero también para la educación, y sobre todo para la vida.