Tu dolor quiere ayudarte

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Cuando el dolor duele, duele. Si nos dañamos un tobillo, buscamos cura, no concebimos caminar cojeando sin haber hecho nada al respecto. En cambio, cuando el dolor es emocional, lo normalizamos, nos consolamos diciéndonos cosas tipo “así es la vida”, pues sí, la vida conlleva momentos de dolor, por supuesto, pero no hacer nada al respecto, es condenarnos a nosotros mismos a llevar una vida en la que de vida, tiene poco.

Pues bien, ¿Qué podemos hacer?

Primero: tiene que doler y mucho. Si no duele más de lo que estamos acostumbrados a aguantar, no buscamos una salida, una solución.

Segundo: no reprocharnos nuestro dolor… aprendimos matemáticas e historia pero no nos enseñaron a conocernos a nosotros mismos, a saber cómo funciona esto de ser humano.

Tercero: darle un sentido a nuestro dolor. Porque lo tiene. Todo tiene un sentido, esto del “azar cósmico” nos deja demasiado desamparados ante la vida, yo abogo por la auto-responsabilidad, por tener poder y por tanto, elección. Pues bien, tu dolor te está hablando, te está pidiendo algo que necesitas desesperadamente, si no, no estaría.

Descubrir qué es lo que quiere no es complicado, lo sabes pero como no te han enseñado cómo, resulta así de primeras, inconcebible. Pregúntale a tu dolor qué es lo que tiene de bueno y te aseguro que tras hacer repetidamente esta pregunta te darás cuenta de que lo que te está pidiendo es justo aquello que necesitas. Y la gracia está, en que justo aquello que necesitas es lo contrario a lo que consigues con tu dolor.

¿Somos tan absurdos como para utilizar una emoción, una forma de hacer, un pensamiento, una forma de ser que nos hace daño porque queremos conseguir algo que es bueno para nosotros? Sí, porque en su día nos sirvió, cuando éramos demasiado jóvenes para encontrar otra opción y aquella que encontramos, nos mantenía a salvo.

Nos guste o no, no somos tan complicados, nos auto instalan y nos auto instalamos programas que responden a “esto funciona”, “esto no funciona” y aquello que en su día funcionó y hoy ya no lo hace, lo seguimos utilizando, con la convicción de que una vez más haga.

Cuando el dolor duele, toca mirarlo para ver qué es lo que quiere y encontrar nuevas formas de acción, de pensamiento y de emoción, para darle aquello que te está pidiendo. Compensa, porque lo que duele, duele.

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