El pensamiento catedral

La construcción de una catedral era un proceso que solía durar cientos de años. La mayoría de las arquitectos que las diseñaban y los artesanos que las construían, trabajaban en ellas a sabiendas de que nunca las verían terminadas. En la época actual, dominada por las urgencias y la inmediatez, esa forma de pensar nos parece impensable. Sin embargo cada vez son más las voces que reivindican una nueva mentalidad basada en una visión a muy largo plazo. Lo llaman el pensamiento catedral. Y ya lo están implantando empresas como Google, Zappos y Whole Foods Market.

¿Qué es el pensamiento catedral?

El pensamiento catedral es una forma de diseñar e implementar proyectos con un horizonte muy amplio, tal vez décadas o incluso siglos. La idea, claro está, se basa en la construcción de las catedrales medievales.
Es posible que esta visión hoy nos pueda parecer utópica. La esclavitud del ahora y la necesidad de resultados inmediatos, ha llevado a muchas empresas, organizaciones y gobiernos a situar el cortoplacismo en el corazón de sus estrategias. Sin embargo, la crisis sanitaria del COVID-19 ha puesto en evidencia las debilidades de nuestra sociedad. Y nos ha demostrado lo vulnerable que puede ser nuestra civilización.

Es precisamente en estos momentos cuando es más necesario poner en práctica nuevas ideas y nuevos métodos. Las crisis suelen esconder siempre una lección, ofrecen una excelente oportunidad para aprender. Y en muchos casos, esas lecciones son advertencias que más nos vale tener en cuenta.

La crisis del COVID-19 nos ha enseñado que debemos pensar a largo plazo.

La crisis del COVID-19 nos ha demostrado que nos hemos enfocado demasiado en el éxito inmediato, sin pensar en los efectos que nuestras decisiones presentes puedan tener para las futuras generaciones. Esa mentalidad depredadora está poniendo en peligro nuestro planeta, y con él, nuestro futuro. 
Algunas empresas parecen haber aprendido la lección. El cortoplacismo frenético puede suponer nuestra autodestrucción. Y este año, empresas como Google han decidido revisar sus estrategias, enfocándose en un propósito superior, a muy largo plazo. Guiados por el bienestar de la sociedad y por unos valores esenciales.
Los retos que impone el siglo XXI exigen una visión a largo plazo. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la inteligencia artificial o la superpoblación, son desafíos que no van a resolverse con políticas puntuales y cortoplacistas. Requieren una forma de pensar diferente.

El pensamiento catedral está enmarcado dentro de un movimiento global llamado Capitalismo consciente, que se caracteriza por cuatro principios básicos: un propósito superior, una cultura consciente, un liderazgo consciente y el compromiso de todos los agentes que componen la empresa: accionistas, directivos, empleados y proveedores.

Roman Krznaric, un filósofo en defensa del pensamiento catedral

Pese a que el pensamiento catedral se asocia sobre todo al ámbito de las empresas, sorprendentemente es un filósofo una de las voces que más está abogando por esta nueva idea. El filósofo australiano Roman Krznaric es uno de los grandes defensores del pensamiento catedral. En su libro “The Good Ancestor” desarrolla la idea de la necesidad de reconectarnos con la tierra y con los largos ciclos del tiempo. Krznaric alerta sobre los peligros de nuestro actual modo de vida, basado en “la tiranía del ahora”. Y a nuestra mentalidad cortoplacista la considera precisamente la raíz de la crisis a la que nos estamos enfrentando en estos momentos.

Para Krznaric la solución reside en el talento humano y en transformarnos, a través del pensamiento catedral, en lo que él denomina “rebeldes del tiempo”.
La pandemia nos ha enseñado que los grandes temas de nuestra sociedad requieren pensar a largo plazo. La planificación y la prevención son ahora más importantes que nunca.


En un mundo de pantallas omnipresentes, 5G e información en tiempo real, la paciencia y la perseverancia pueden acabar convirtiéndose en los mejores aliados de nuestra civilización.

El pensamiento catedral viene a recordarnos la importancia de saber esperar. El cuidado de los detalles o la excelencia son objetivos absolutamente imposibles de alcanzar si no les dedicamos el tiempo necesario. En el diseño de políticas y estrategias específicas, las empresas, los gobiernos y las organizaciones deben aprender a combinar los beneficios inmediatos con los beneficios a largo plazo, tanto para la empresa, como para las personas y el planeta.