¿Se está acelerando el cambio climático?
Las evidencias del cambio climático en el que nos encontramos inmersos, ya no son discutibles. Altas temperaturas, intensas tormentas, plaga de incendios, sequías, escasez de alimentos… Según el informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los cuatro principales indicadores de esta situación se encuentran en niveles alarmantes.
¿Cuáles son las evidencias?
El aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar y la acidificación de los océanos se encuentran en niveles nunca antes registrados. Y lo peor es que todo apunta a que esta situación va a ir en aumento.
A estas alturas, es probable que estos datos tan preocupantes no te resulten desconocidos. Según la OMM, los efectos del cambio climático ya provocan pérdidas millonarias, y lo que es peor, pérdida de vidas humanas. Además, la seguridad alimentaria también se encuentra gravemente comprometida. Cabe destacar que ha sido precisamente este año, cuando todos estos efectos se han hecho más patentes que nunca.
Un problema global
En este contexto llama mucho la atención la presencia de colectivos negacionistas. Pese al apoyo de ciertos grupos empresariales muy interesados en que nuestros hábitos no cambien, estas posturas ya no se sostienen y cada vez es más fuerte la evidencia de que el cambio climático es un problema muy grave y que incluso puede significar la antesala de nuestra propia autodestrucción.
El cambio climático afecta ya a todas y cada una de las regiones de la Tierra y las transformaciones que ya llevamos sufriendo desde hace décadas van incluso a acentuarse.
En el año 1998, se fundó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un organismo de la ONU creado con el objetivo de determinar la veracidad del cambio climático. Los estudios, realizados por 78.000 expertos de 195 países, han sido determinantes para poner de manifiesto el papel de la actividad humana en la actual situación climática.
Las conclusiones, según este organismo, apuntan a que, de no producirse una reducción drástica en las emisiones de CO₂, la temperatura ascenderá 1.5 °C, como mínimo, en las primeras décadas de este siglo. Los efectos que estamos experimentando ahora mismo son la consecuencia de un aumento del 1.1 °C. A medida que vaya subiendo la temperatura, los efectos serán cada vez más insoportables. El gran peligro es que este aumento de la temperatura alcance los 2 °C, ya que aquí estaríamos hablando de consecuencias catastróficas.
¿Qué puede ocurrir?
Si no se toman las decisiones correctas y no se logra frenar el aumento de las temperaturas, se multiplicarían las veces en las que se alcanzarían temperaturas extremas a lo largo del año. Además, estos valores superarían los límites de temperatura que nuestro organismo puede tolerar.
También aumentarían las lluvias torrenciales y con ellas las inundaciones. En regiones del sur, como España, se intensificarían las sequías y en zonas de costa se produciría una subida del nivel del mar.
Por desgracia, las previsiones, basadas en estudios científicos, no son alentadoras. La constante emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera ha provocado una situación irreversible, y las consecuencias derivadas durarán miles de años.
Algunos datos
Pero lo más importante es que, efectivamente, todos estos estudios han podido demostrar que el ritmo de calentamiento global en los últimos 150 años es claramente superior al de los 24.000 años anteriores. Con lo que se puede decir que la alarma generada es más que justificada.
Para arrojar un poco de luz sobre las acciones que nos han traído hasta aquí, queremos ofrecerte algunos datos. En la Unión Europea, el 79 % de las emisiones de CO₂ se deben a la utilización de combustibles fósiles, usados para el transporte. En nuestro país, en 2020, el 84 % de la energía utilizada es no renovable y nuestro país, junto con otros cinco de la UE, acumula el 72 % de las emisiones de gases nocivos en todo el continente.
90 empresas pertenecientes al sector energético son responsables de más de la mitad de las emisiones a nivel mundial. En nuestro país, muchas compañías eléctricas siguen empleando fuentes no renovables para generar electricidad.
La única solución
No es una novedad que la única solución posible para revertir o, al menos, disminuir el impacto de esta situación pasa por olvidar para siempre las fuentes de energía no renovables. Conseguir una transición a un sistema energético 100 % renovable y eficiente es lo único que puede paliar las consecuencias que ya sufrimos.
En nuestras manos está apostar por las energías renovables, que no solo beneficiarían la lucha contra el cambio climático, sino que además generaría puestos de trabajo y reduciría las disparatadas facturas de electricidad. Puede que aún estemos a tiempo. Pero debemos actuar ya.