Tsundoku: comprar libros que nunca se leen

¿Has oído hablar de la palabra tsundoku? No se trata del nombre de un pasatiempo ni de una nueva modalidad deportiva nacida en el continente asiático. Tampoco hablamos de ninguna filosofía de vida que te ayude a alcanzar la paz interior. Este término japonés se refiere al placer de acumular libros que ni siquiera llegarán a ser leídos.

Tsundoku

Si tienes ejemplares apilados en casa o estanterías llenas de títulos que no has abierto, puede que sufras esta bibliomanía. ¿O deberías llamarla bibliofilia?

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¿Qué significa tsundoku?

La palabra japonesa tsundoku es, en realidad, la suma de dos ideas. Por un lado, el término tsunde oku, que se traduce como apilar cosas para más tarde y marcharse. Por otro lado, estaría dokusho, que hace referencia a la lectura de libros. ¿El resultado de esta combinación? Sería algo así como apilar libros para leerlos, pero sin llegar a llevar a cabo nunca esa ansiada lectura.

Surgido en Japón, este concepto ha traspasado todas las fronteras. En la actualidad, se extiende por prácticamente los cinco continentes. La prensa de distintas partes del mundo ha dedicado espacio a divulgar su existencia. Es así como muchas personas han descubierto que ellas también son fieles seguidoras de una tendencia o filia que desconocían.

No confundas su práctica con el síndrome de Diógenes ni con patologías psicológicas con las que no tiene nada en común. Estás ante un hábito de la conducta humana que no está diagnosticado como un trastorno ni se trata de ningún modo.

Qué significa tsundoku


Locura por los libros

Reconócelo: no lo puedes evitar. Entras en una librería y te llevas ese libro de título sugerente. Te haces con unos volúmenes cuya encuadernación resulta irresistible. Compras un ejemplar cuya trama despierta tu interés. No te resistes a llevarte contigo ese éxito de ventas que te seduce con el olor de las páginas recién impresas. A los anteriores se suman creaciones de aventuras, un thriller de moda, primeras ediciones codiciadas por coleccionistas, etc.

Todas tus adquisiciones se erigen en montañas que ganan cada vez más altura. Abrigas deseos de recrearse en su lectura, pero, por algún extraño motivo, esos deseos no acaban de materializarse. Siguen pendientes, a la espera de un momento que nunca llega. ¿Te reconoces? ¿Acumulas volúmenes que no has leído ni parece que lo vayas a hacer?

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Un hábito compartido por personajes de renombre

No eres el único. De hecho, a lo largo de la historia ha habido otros ejemplos protagonizados por nombres reconocidos internacionalmente. Es el caso de Ernest Hemingway. El afamado escritor estadounidense llegó a crear una biblioteca privada en su hogar de más de 9.000 libros. A esta se sumaba una segunda no menos numerosa en otra de sus casas.

Virginia Woolf y Umberto Eco son otros de los máximos exponentes de una tendencia que no conoce de nacionalidades. El ansia de hacerse con nuevas propuestas para leer supera al tiempo que se debería dedicar a esta afición. Se convierte en un impulso irrefrenable que invita a seguir comprando más y más libros. No halla freno. El placer de aumentar la particular colección supera cualquier pensamiento racional de no seguir haciéndolo.

Como consecuencia, no es extraño ver viviendas en las que los libros inundan el espacio. Se amontonan junto a la cama, en los pasillos, en las estanterías que amenazan con desbordarse…

El editor Edward Newton definió a la perfección esta filia al manifestar lo siguiente: «Incluso cuando la lectura es imposible, la presencia de libros adquiridos produce tal éxtasis que anima a la compra de más libros, lo que representa un afán del alma del infinito… apreciamos los libros incluso si no son leídos, su mera presencia emana confort, su fácil acceso, la tranquilidad».

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Deja de apilar libros y sumérgete en la lectura

No ir más allá de la portada de cualquier libro es algo sin sentido. Equivale a recibir un regalo y no quitarle el envoltorio para saber qué esconde en su interior. ¿De qué sirve tenerlo y no leer la historia que esperan desvelarte sus páginas? ¿Vas a renunciar a ella?

En lugar de apilar un ejemplar sobre otro, decídete a sumergirte en su contenido. Si la obra te conquista, no pararás hasta llegar al final. Si, por el contrario, no acaba de engancharte, no pasa nada. Puedes dejar esa creación literaria e ir a por otra. La vida es muy corta para desperdiciarla con un título cuando existen millones de ellos.

¡Haz la prueba! Cada vez que te asalten unas ganas irrefrenables de comprar un libro, lee uno de los que atesoras en tu hogar. Repite el gesto tantas veces como sean necesarias. Será el modo idóneo de disfrutar de la lectura. Supone todo un placer del que ahora te estás privando sin razón aparente.

Aunque el hábito denominado tsundoku no tiene nada de malo, es preferible que lo aproveches para convertirte en un ávido lector. Al fin y al cabo, tienes mucho por leer.